Determinación de la
profundidad del descalce, Índice
IPH
Como ya se ha
visto, el ensayo con deflectómetro nos permite valorar las deflexiones residuales en
cada uno de los sensores. Es evidente que estas deflexiones residuales pueden
existir y detectarse en todos, ninguno, o varios sensores. Por un simple
cálculo en la deformada residual, podemos valorar con la precisión propia de
una auscultación de estas características, a que distancia del punto de
aplicación de la carga, se encuentra el punto de deflexión residual nula si es
que existe. Este cálculo, realizado en ensayos en borde de junta o grieta, nos
aportan dicha longitud que, expresada en porcentaje respecto de la distancia existente entre la
carga y el sensor más alejado, denominaremos Índice de profundidad de hueco IPH:
IPH= 100 x (1- Lh/Ls)
Lh = Longitud del hueco en cm ,
Ls =Distancia entre la carga y
el sensor más alejado de ella.
Este índice es indicativo, con carácter general, del
grado de insolidaridad que existe entre algunas de las capas del firme y , con
carácter particular para los firmes rígidos y semirrígidos, de la magnitud
máxima en horizontal, del descalce del cimiento.Su valor óptimo es 100 (Lh=0) y el peor es 0 (Lh= Ls).En los gráficos nº 20 y 21
se expone la situación que respecto a este parámetro arrojan los ensayos
realizados en zona en borde de grieta o
fisura ( Gráfico 20) y los realizados lejos de singularidades visibles ( Gr21).
En ambos casos se han representado las deformadas medias y los diagramas
residuales además del deflectograma con las deflexiones máximas (rojo) y
residuales (azul). El IPH alcanza respectivamente los valores de 38,4% y 18,8% que corresponden a profundidades de descalce
de 92 y 122 cm respectivamente. En el gráfico Nº 22 se expone un firme
semirrígido
con gran cantidad de
defectos superficiales, destacando un "rizamiento" de la superficie
muy continuo en ciertas zonas muy amplias. Las catas realizadas evidenciaban un despegue entre capas. El IPH medio de toda la zona era 27,8%
, mientras que este índice era del 23% en zonas de fisura y del 33% en las pocas zonas no fisuradas, es
decir , eran muy similares y apuntaban a un problema intrínseco del propio
firme que era la insolidaridad existente en las capas debido a un despegue, por
otra parte la superficie del pavimento en muchos sitios aparecía fisurada con la clásica formación de "piel de
cocodrilo", sin que las fisuras en malla penetrasen más allá de los 5 a 6
cm de la capa de rodadura asfáltica , mientras que la inmediata capa asfáltica
de 13 cm de espesor raramente presentaba
este tipo de fisuración aunque si marcaba con claridad las fisuras
transversales propias de una
Grava-cemento.
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